Por Andrey Vargas
...Y he seguido con las practicas de conducción, gracias a Dios en un carro automático que solo me obliga a preocuparme por acelerar y frenar, no soy el más diestro en este arte porque estoy en ese proceso de continua práctica que poco a poco me llevará a serlo, así que por ahora soy un abuelo al volante, cosa que en realidad no me preocupa porque si alguien tiene afán pues que me pase y siga su camino, camino que tendrá un nuevo encuentro porque esta ciudad es un caos y sus trancones están a la orden del día.
Bueno pues iba ayer de camino a Suba, tomé la Av. Ciudad de Cali y como un milagro no estaba trancada sino por el contrario fluía como sangre por arteria de una persona con los niveles de colesterol normales.
Todo iba súper bien hasta que llegó el momento del parqueo, lo había hecho bien pero el señor vigilante en su basta sabiduría me pidió que lo pusiera en el lugar que él me iba asignar, así que un poco temeroso lo moví y comencé a parquear nuevamente, en ese momento ya no eran sólo mis dos ojos parqueando sino también los 10 que correspondía respectivamente a mi familia..... De un momento a otro escuché unos gritos, y llegué a pensar que se trataba de la llegada de los 7 jinetes del Apocalipsis, pero no fue así, sencillamente los 12 ojos no fueron suficientes para ver que con la llanta de la camioneta había partido el bomper del carro de al lado, ohhhhhh por Dios.
Este ser supremo en su infinita misericordia (me refiero al creador de la vida) me puso una viejera de carro al lado, un Renault 18 cuyo bomper ya estaba viejo y bastante deteriorado lo cuál no elevó tanto mis niveles de ansiedad, preocupación y estrés, definitivamente Dios es sabio en todo.
Al final del día cuando ya nos preparábamos a regresar tenía dos opciones o volver al volante y tener una nueva oportunidad o rendirme al temor y ceder las llaves para que otra persona con gran experticia condujera, pero me pregunto qué sentido tendría la vida si solo se tratara de éxitos, creo que no habrían enseñanzas, retos, deseos y todo estaría en una enloquecedora calma. Así que decidí entonces asumir este incidente como una enseñanza, recargarme nuevamente de coraje y tomar el volante.
Esa es la vida, aprender del error, no temer a equivocarse y menos a aceptar que como humanos erramos pero también podemos corregirnos.
Bueno pues iba ayer de camino a Suba, tomé la Av. Ciudad de Cali y como un milagro no estaba trancada sino por el contrario fluía como sangre por arteria de una persona con los niveles de colesterol normales.
Todo iba súper bien hasta que llegó el momento del parqueo, lo había hecho bien pero el señor vigilante en su basta sabiduría me pidió que lo pusiera en el lugar que él me iba asignar, así que un poco temeroso lo moví y comencé a parquear nuevamente, en ese momento ya no eran sólo mis dos ojos parqueando sino también los 10 que correspondía respectivamente a mi familia..... De un momento a otro escuché unos gritos, y llegué a pensar que se trataba de la llegada de los 7 jinetes del Apocalipsis, pero no fue así, sencillamente los 12 ojos no fueron suficientes para ver que con la llanta de la camioneta había partido el bomper del carro de al lado, ohhhhhh por Dios.
Este ser supremo en su infinita misericordia (me refiero al creador de la vida) me puso una viejera de carro al lado, un Renault 18 cuyo bomper ya estaba viejo y bastante deteriorado lo cuál no elevó tanto mis niveles de ansiedad, preocupación y estrés, definitivamente Dios es sabio en todo.
Al final del día cuando ya nos preparábamos a regresar tenía dos opciones o volver al volante y tener una nueva oportunidad o rendirme al temor y ceder las llaves para que otra persona con gran experticia condujera, pero me pregunto qué sentido tendría la vida si solo se tratara de éxitos, creo que no habrían enseñanzas, retos, deseos y todo estaría en una enloquecedora calma. Así que decidí entonces asumir este incidente como una enseñanza, recargarme nuevamente de coraje y tomar el volante.
Esa es la vida, aprender del error, no temer a equivocarse y menos a aceptar que como humanos erramos pero también podemos corregirnos.
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